Obediencia a la Autoridad, el experimento de Milgram
Stanley Milgram, un psicólogo estadounidense, llevó a cabo una serie de experimentos para medir el grado de obediencia a la autoridad, aunque las ordenes a obedecer produjeran graves daños a otros.
¿Durante cuánto tiempo podrías ejecutar descargas eléctricas a otra persona si alguien te lo ordenara?. Los experimentos comenzaron luego de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi.
En los juicios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, muchos criminales de guerra declararon que simplemente cumplieron órdenes y que no podían ser considerados responsables de sus actos.
Milgram creo una máquina que simulaba ser un “generador de descarga eléctrica” para ejecutar sobre otras personas. La máquina la operaban voluntarios que seguían las ordenes de quien coordinaba el estudio.
Con claras etiquetas se indicaba el nivel de descargas que se aplicaba, desde “moderado” hasta “fuerte”. También había interruptores con frases como “Peligro descarga grave” y números con niveles de voltajes, desde 75 a 450 voltios.
El experimento y los sorprendentes resultados
Para sorpresa del investigador, los 40 sujetos del experimento llegaron a aplicar a otra persona 300 voltios de descarga. Mucho más de los 250 voltios que podría soportar el cuerpo humano.
El dato más alarmante fue que 25 de ellos se animaron a aplicar el máximo de 450 voltios. Quienes pensaron el experimento creían que no más del 3% se animarían a aplicar tantas descargas, y esas personas tendrían que ser psicópatas.
El experimento consistía en que una persona (el aprendiz) debía recordar una serie de pares de palabras. Las palabras se las enseñaba el voluntario que manejaba la máquina de voltaje.
El aprendiz estaba sentado en una silla y conectado a cables que visiblemente llegaban hasta la máquina de voltaje. Cuando el aprendiz se equivocaba al repetir los pares de palabras se le debía dar descargas.
Una tercer persona que hacía el papel de un profesor instruía al voluntario y le ordenaba a que aplique las descargas. Los supuestos golpes eléctricos era para sancionar al aprendiz, y de esta manera intimarlo para que no se vuelva a equivocar.
El experimento se realizó en la Universidad de Yale y a los 40 voluntarios se les explico que era un experimento que estudiaba el aprendizaje. Por eso quien hacía de profesor persuadía a que los voluntarios aumenten la dosis de descarga eléctrica diciendo: “es absolutamente esencial que continúe“.
Conclusiones
Los experimentos demostraron que las personas obedecen las ordenes dadas por una autoridad, en este caso el profesor. Aún cuando dichas ordenes sean producir daños a otros y/o vayan en contra de su conciencia.
La relación de autoridad debe estar enmarcada y reforzada por el contexto social, político, económico y cultural. El experimento se desarrolló en una prestigiosa universidad y los voluntarios recibían un pago por ser parte del experimento.
El estudio se publicó en 1963 en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology bajo el título “Behavioral Study of Obedience” (Estudio del comportamiento de la obediencia) y resumida en 1974 en el libro “Obedience to authority. An experimental view” (Obediencia a la autoridad. La perspectiva experimental).