Experimento del Muñeco Bobo y la Teoría del Aprendizaje
Experimento del muñeco Bobo era el nombre de la investigación llevada a cabo por Albert Bandura en 1961 y 1963. Se propuso estudiar el comportamiento de niños y niñas al ver a modelos adultos mostrando conductas agresivas.
Bandura no consideraba que los comportamientos estaban heredadas por factores genéticos. El creía que las conductas humanas eran aprendidas a través de la imitación social y las repeticiones.
De hecho, el experimento del muñeco Bobo es la demostración empírica de una de sus teorías más conocidas, la teoría del aprendizaje social. Al observar a otros, se adquieren determinados conocimientos, habilidades, estrategias, creencias y actitudes.
Las teorías del aprendizaje son aquellas que realizan la descripción de un proceso que permite que una persona aprendan algo. De este modo, se busca la interpretación de los casos de aprendizaje y se sugieren soluciones a inconvenientes que pueden surgir en el proceso.
Experimento del Muñeco Bobo
El muñeco Bobo era un juguete inflable de aproximadamente un metro y medio de altura. El mismo fue diseñado para recuperar inmediatamente su posición vertical cada vez que era derribado.
En el estudio participaron 36 niños y 36 niñas, de entre 3 y 5 años, de la guardería de la Universidad de Stanford. La primera parte del experimento requirió reunir a un niño y el adulto modelo en una sala de juegos.
En la sala, el niño estaba sentado en un rincón lleno de actividades muy atractivas junto al adulto modelo. El investigador explicó a los niños que los juguetes en la esquina de los adultos eran sólo para los adultos.
Durante el primer minuto el adulto jugaba con el muñeco Bobo y luego comenzaba a mostrar agresión hacia Bobo. Utilizaba un martillo de juguete para darle golpes en la cara y también lo agredía verbalmente.
En primer lugar se registraron las agresiones físicas: golpes, patadas, sentarse sobre el muñeco, golpearlo con un martillo y arrojarlo por la habitación. Mientras que las agresiones verbales fueron la segunda medida registrada.
Los jueces registraban la cantidad de veces que los niños y niñas imitaban el modelo adulto agresivo. También registraban los modos de agresión mostrados por los niños que no fueran imitaciones directas del comportamiento mostrado por los adultos.
Conclusiones y resultados del experimento
Los niños y niñas se dividieron en grupos para que estuvieran expuestos a modelos agresivos de su mismo sexo y del sexo opuesto. También seleccionaron a otro grupo de niños y niñas que fueron expuestos a modelos no agresivos.
Cada niño y niña fue expuesto al escenario de forma individual a fin de no ser influenciado o distraído. El investigador corroboró que las niñas y niños expuestos a modelos agresivos demostraron ser más propensos a realizar conductas agresivas.
Cuando el modelo agresivo era un varón, el número de agresiones físicas registrados por los niños fue mayor al detectado para las niñas. Cuando el agresor fue una mujer los resultados obtenidos indicaron un aumento de agresividad en las niñas.
En resumen, el estudió determinó que los niños y niñas que observaron el modelo no agresivo mostraron muchas menos conductas agresivas al jugar. Y que además que los niños y niñas están más influenciados por los modelos del mismo sexo.