El Experimento que revela el Daño Silencioso de las Selfies
John Rankin Waddell es un fotógrafo y director de retratos y moda británico que decidió comprobar el daño silencioso de las selfies en los adolescentes. Las personas estamos sometidos constantemente a un ideal de belleza impuestos por los medios de comunicación.
Y a partir del siglo XXI, en especial con el avance de las TICs, el consumo y la reproducción del ideal de belleza se radicalizó. A tal punto que una práctica como sacarse un autoretrato (selfie) para compartir se transformó, de manera consciente o inconsciente, en un engaño.
El fotógrafo, junto a la agencia creativa británica M&C Saatchi, llevaron a cabo el experimento denominado “Selfie Harm“. El mismo consistió en reunir a un grupo de adolescente para convertirlos en modelos.
Varios jóvenes de diferentes géneros, de entre 14 y 18 años, fueron fotografiados al natural por Rankin. Los voluntarios tenían el rostro lavado, descubierto y sin maquillaje.
Luego a cada adolescente se le explico el uso de una sencilla aplicación para retocar la foto original y posteriormente publicarla. El programa a utilizar no era complejo por lo que los jóvenes rápidamente aprendieron.
“El programa que usamos fue uno de tantos como Facetune, pero hay cientos de apps así. Lo más importante es que no elegimos a nadie que ya usara estas apps, sino que encontramos a adolescentes y les pedimos que las probaran. Se les enseñó a usarlas, algo que se tarda segundos en hacer, ya que son muy sencillas, y luego las editaron ellos mismos”, expresó el artista.
Los resultados finales
Todos los adolescentes aprovecharon la aplicación para alterar sus rasgos originales. Adelgazaron sus rostros, agrandaron sus ojos, blanquearon la piel, redujeron el grosor de su nariz, etc.
Con este experimento el fotógrafo explicó que logró demostrar la influencia negativa de las redes sociales en la imagen corporal y el amor propio de los adolescentes.
Además el artista expresó que “las personas imitan a sus ídolos (…) para dar el gusto de las redes sociales. Es solo una razón más por la que vivimos en un mundo de FOMO (Fear Of Missing Out), tristeza, aumento de la ansiedad y dismorfia de Snapchat. Es hora de reconocer los efectos dañinos que las redes sociales tienen en la autoimagen de las personas”.