El Experimento de Harlow y la teoría del apego materno
El Experimento de Harlow con monos Rhesus indagó sobre la teoría del apego y de la privación maternal escrita por John Bowlby. Luego de la Segunda Guerra Mundial muchos niños huérfanos deambulaban sin rumbo por las ciudades.
Eran personas abandonadas viviendo en sótanos y alcantarillas sin el cariño y la protección de una madre o un padre. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) le pidió al psiquiatra y psicoanalista Bowlby que escribiera un folleto sobre la situación.
El escrito lo tituló “Privación materna” y posteriormente sobre los conceptos planteados elaboró “La teoría del apego“. Su principio más importante declara que un recién nacido necesita desarrollar una relación con al menos un cuidador principal para que su desarrollo social y emocional se produzca con normalidad.
Concluyó diciendo que el hecho de que cada bebé disponga de manera regular del cariño materno es una de las necesidades más importantes en el crecimiento. Harry Harlow fue un psicólogo estadounidense que decidió comprobar en laboratorio la teoría de Bowlby.
Experimento con monas Rheus recién nacidas y las separó de sus madres, por eso es considerado un experimento cruel.
El Experimento de Harlow con monos Rhesus
El experimento que se llevó a cabo en la década del 50 consistió en separar las crías de sus madres y observar el comportamiento ante la privación maternal. En las jaulas había introducido algunos elementos que le permitirían deducir lo que sentían las crías.
Las monas debían compartir el espacio con dos artefactos, uno era una estructura de alambre que simulaba ser una mona adulta con un biberón que proporcionaba alimento. La otra era una figura parecida, recubierta con felpa suave y sin ninguna fuente de alimentación.
El dilema que planteaba Harlow era elegir entre algo parecido al contacto físico relacionado con el afecto y la calidez, o la comida.
Los resultados evidenciaron que las crías mostraban una tendencia a escoger al artefacto de felpa aunque no proporcionara comida. Cuando se introducía un cambio en el entorno, esto generaba miedo en las monas y rápidamente se aferraban al muñeco de felpa.
Si se separaba a las crías del artefacto de felpa, los animales mostraban signos de desesperación y miedo, gritando y buscando todo el rato a la figura protectora. La desesperación cesaba cuando se volvía a poner al muñeco de felpa al alcance de las crías.
Un paso mucho más cruel
Harlow quiso indagar más sobre el efecto que produce la falta de contacto física y profundizó las malas condiciones del ambiente. Recluyó a las crías en espacios mas cerrados y las aisló de todo tipo de estimulo social.
En las jaulas sólo había un bebedero y un comedero, y había puesto un vidrio que permitía al los investigadores observar el comportamiento sin que las crías pudieran verlos. Algunas monas permanecieron encerradas meses y hasta un año.
Quienes permanecieron un mes en la jaula evidenciaban alteraciones en sus comportamientos. Y quienes estuvieron encerradas un año desarrollaron una conducta pasiva e indiferente hacia las personas y otros monos.
En la etapa adulta no se interesaban en encontrar una pareja y algunas no comían y terminaron muriendo.