Teoría de la Mente: la capacidad de pensar que yo pienso que tú piensas
Definida de manera general, la Teoría de la Mente es la capacidad de tener consciencia de las diferencias que existen entre el punto de vista de uno mismo y el de los demás.
Dicho de otra forma, esta facultad hace posible que tengamos en cuenta los estados mentales de otros sujetos sin suponer que estas ideas o pensamientos son como los de uno mismo. Una persona que ha desarrollado Teoría de la Mente puede atribuir ideas, deseos y creencias al resto de agentes con los que interactúa.
Y todo esto de manera automática, casi inconsciente.
Con mucha frecuencia somos expuestos a situaciones en las que tenemos que imaginar lo que está pensando alguna otra persona. A su vez, esta persona puede suponer, a partir de la información que tiene acerca de nosotros, lo que nosotros pensamos que está pensando.
Y todo esto puede ser también inferido por nosotros y por la otra persona en un bucle teóricamente infinito. Una jerarquía de estados mentales que se contienen los unos a los otros: yo creo que tú crees que yo creo…
Esta teoría se sitúa en el segundo lugar en esta jerarquía (yo creo que tú crees esto), y es la semilla de la que nace la capacidad para ir progresando hacia el resto de categorías más complejas.
¿Cómo se desarrolla la Teoría de la Mente? El umbral de los 4 años de edad
Los seres humanos somos, probablemente, la única especie en la que sus integrantes pueden pensar en los demás como agentes intencionales, es decir, seres con unos intereses propios. Esto significa que desde una edad muy temprana, la gran mayoría de los humanos somos capaces de distinguir entre una acción y el objetivo al que está orientado esa acción, aunque lo último no se haya revelado claramente. Además, a los pocos meses de vida todas las personas aprenden a tener en cuenta hacia dónde están centrando su atención los demás, y por lo tanto pueden reclamar esa atención para uno mismo o hacia algo que se encuentra cerca.
Estos cambios en el desarrollo cognitivo de los bebés empiezan hacia el final del primer año de edad y forman parte de lo que se conoce como la revolución de los nueve meses, de la que emanan habilidades que se van construyendo unas sobre otras y potencian la creación de conductas sociales complejas, como el juego simulado, que requiere entender que el otro está actuando al usar un plátano como si fuese un teléfono, o la imitación, en la que el niño aprende de las acciones del adulto y es capaz de figurarse el objetivo de cada uno de los movimientos que está viendo.
La Teoría de la Mente aparece hacia los 4 años de edad y se construye sobre los fundamentos de todas estas capacidades derivadas de la revolución de los nueve meses, pero interviene en procesos mentales más abstractos y refinados. Así, todas aquellas personas que desarrollan Teoría de la Mente piensan en los demás no solo como agentes intencionales, sino también como agentes mentales, con toda una serie de estados psicológicos complejos que les son propios. Entre estos nuevos estados mentales que se atribuye a los demás se encuentran, por ejemplo, los deseos y las creencias.
(Referencia. https://psicologiaymente.com/psicologia/teoria-de-la-mente)