El Efecto Benjamín Franklin y la Disonancia Cognitiva
Por su puesto que el efecto Benjamín Franklin tiene su origen en una situación vivida por uno de los padres fundadores de los Estados Unidos. Es un fenómeno que está relacionado con la necesidad que tenemos emocionalmente de cautivar y complacer a todos.
Cuenta la historia que en Pennsylvania había un asambleísta opositor a Franklin que en alguna ocasión había hablado en su contra. A Franklin está situación lo incomodaba bastante y decidió intentar mejorar la relación.
Lo interesante es que en vez de hacerle un favor a “su rival”, indujo a dicha persona a que le hiciera un favor a él. Franklin le solicitó prestado un raro libro de la biblioteca personal del asambleísta.
El caballero en cuestión se sintió halagado por la petición y correspondió rápidamente al préstamo. Franklin no demoró en leerlo y se lo devolvió con una nota en la que le agradecía enormemente el favor.
Luego de este pedido, la relación se modificó radicalmente, entablaron una sólida y sincera amistad que duraría hasta el final de sus días.
¿Cuál es la explicación al cambio producido en la relación?
Según los expertos, este deseo de agradar a todos, esta necesidad de complacer que tenemos esconde detrás una disonancia cognitiva. La misma hace referencia a un razonamiento que justifique ideas y comportamientos contradictorios.
La disonancia cognitiva se refiere a la tensión interna que percibe una persona al tener al mismo tiempo dos pensamientos contradictorios. En el caso del asambleísta: se sentía bien por poder hacer un favor a alguien y no tenía una buena relación con la persona a la que le podía hacer el favor.
Esta incongruencia hace que las personas tengan la necesidad de realizar razonamientos para reducir la tensión y conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí. Por lo tanto, “si le hago un favor a alguien es porque me agrada, luego esta persona debe agradarme porque le hice un favor”.